Reseña | Temple de Acero – Revista Gamer Style

Buenos días Stylers, es semana santa y muchos de ustedes tienen o tendrán algunos días de vacaciones. Si se quedan en casa qué mejor que aprovechar unas horas de su tiempo libre para un buen videojuego o quizá ver una película. Déjenme recomendarles «Temple de Acero.»

Los hermanos Coen son como camaleones, se adaptan a diferentes estilos de películas y con “Temple de Acero” dan vida a lo que una véz fue la base de la película americana.

Estamos en Arkansas, el oeste occidental, en la década de 1870. Un buen hombre ha sido asesinado. Mattie (Hailee Steinfield), terca como una mula, esta firmemente decidida a vengar la muerte de su padre. Para conseguirlo se da a la tarea de encontrar al Sheriff más duro o al cazador de recompensas más despiadado que pueda contratar para localizar y capturar al asesino.

El Sheriff en cuestión, Rooster Cogburn (Jeff Bridges), resulta ser borracho, con voz aguardientosa, de un solo ojo, corpulento y muy lejos de desalentar a Mattie, ya que élla esta convencida de que él es el hombre adecuado para el trabajo pues Cogburn, a pesar de todo, siempre entrega a los prisioneros, es desinhibido, fácil con el gatillo y con la convicción de que un prisionero muerto es más manejable que uno con vida.

El insalubre y empobrecido Cogburn acepta a regañadientes la misión junto con un orgulloso e idealista Texas Ranger llamado La Boeuf (Matt Damon) y acompañados de su precoz e insoportablemente persistente patrona , Cogburn se encuentra inmediatamente en un trío muy particular, en el que todas las partes tienen motivos muy diferentes para encontrar al miserable asesino Tom Chaney (Josh Brolin), quien se rumora ha huido al desierto con su banda de gangsters, liderada por Barry Pepper.

Coburn y Boeuf se odian desde el principio y sólo están de acuerdo en la inconveniencia de que una niña de catorce años los acompañe en la búsqueda que los lleva directamente a través de un territorio indígena sin ley, donde se dispara primero y se pregunta después, donde la lucha por la supervivencia tiene prioridad sobre todos los escrúpulos morales en un país donde uno se ve obligado a tomarse la justicia por sus propias manos si es que se quiere ser alguien. Al final, los dos hombres son obligados a cooperar pues es Mattie quien escribe los cheques. Muchos hombres morderán el polvo antes de que todo haya terminado.

Los hermanos Coen saben que tienen una buena historia y lo hacen con un sentido por la tradición, aún cuando el tono se ha vuelto más difícil y las imágenes más obscuras en los filmes de hoy.

Desde hace 40 años esta historia fue contada por el director Henry Hathaway en un filme inolvidable con el mismo nombre. En ese entonces el incomparable John Wayne interpretó al Sheriff Rooster Cogburn. Ahora es el más introspectivo, pero no menos convincente Jeff Bridges.

El diálogo es excepcional y un tanto poético, es una de las razones por las que comprendemos el porqué los hermanos Coen quisieron involucrarse con ésta película en particular. Aunque gran parte de las réplicas que se sienten frescas y genuinas son en realidad tomadas directamente de la película de 1969.

Los personajes de “Temple de Acero” son elaborados, sutiles y en algunos momentos extraños. Pero al mismo tiempo son creíbles y todos los actores hacen un buen trabajo. Sin embargo los hermanos Cohen tienen unas secuencias un tanto «cliché». Como cuando la pandilla de villanos son presentados casi hacia el final de la película, pareciendo hillibillys de caricatura en véz de chicos malos. Yo me pregunté: és esto la «pandilla salvaje»?. Creo que esta ”pandilla” hubiera sido presentada con más fondo y anterioridad para abarcar más en la película.

La debilidad real de «Temple de Acero» (conocida como «True Grit» en Estados Unidos) es la secuencia final. Los Cohen han inventado un final que deja un sabor amargo y que se sale de la atmósfera de la película. Es algo así como la última página innecesaria de un libro que te dan ganas de arrancar.

No se pierdan «Temple de Acero» pues es una película muy buena de Joel y Ethan Cohen, donde nuestros protagonistas cabalgan en un frío y hermoso paisaje, magistralmente presentado por el fotógrafo Roger Deakins.